Ya no vale la pena volver a recalcar lo poco útil que resulta ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio. Sin limar un ápice lo malo que tengan los gemelos Kaczyński, que lo tienen, y mucho, y grave... ¿a qué narices estamos dedicando nuestro tiempo?
Cuando hace poco la homosexualidad ni siquiera se trataba en el ámbito social y político, cuando todas las manifestaciones pro-igualdad pasan desapercibidas tras el medio de masas, cuando todos los logros democráticos, que los tienen, y muchos, y en absoluto baladíes, parecen ser menos logros, es cansado leer que un titular reze lo que sigue:
Y es que hace semanas que no dan pie con bolo, ni a tabas, no lo cazan, no lo entiendo. Espero que una vez haya pasado este síndrome de la hegemonía de la corrección en tiempos electorales, los profesionales de la prensa vuelvan a optar por seguir ofreciendo una información tan amplia como veníamos recibiendo sobre los asuntos polacos.
¿Que la ministra patina? ¿Que la abuela fuma?
¿Dónde están las grandes obras europeas en el país? ¿Dónde las investigaciones universitarias? ¿Dónde la cooperación, la interculturalidad, el diálogo entre países? Están en el interés y el estudio, y no en tener el estúpido premio de consolación pretendiendo mostrar a quienes lo tienen peor. No es comprensible cómo un país que ha sufrido ser el patito feo de Europa (sí sí, ya nadie recuerda las trabas de p.e. Francia para permitir el acceso a la UE de España, una de ellas la -su- seguridad nacional ¿?) se preste a apuntar con su índice, de cúbito supino y el cuello hiperextendido, tan penoso ejercicio de seguridad nacional.