España y Polonia se parecen tanto lo que un tenedor a un sacapuntas. Formalmente, es una pérdida de tiempo, si bien es un muy humano comienzo y, admitiendo que no nada hay mejor que tener puntos de partida desde donde comenzar a hilar, aunque sean filachas de cobre y lana, lo verdaderamente apremiante es animar al escribiente (y por lo tanto, también lector) a emitir opiniones que vayan más allá de lo horrible que es Auschwitz o de lo terrible del frío. Que también.
Si como españoles no nos hace gracia que en el exterior se nos nombre el Valle de los Caídos, la dictadura de Franco o cualquiera de nuestras desgracias pasadas (¿a vd. le hace?), debiéramos pensar entonces que al ciudadano polaco le encantaría que se conociesen otros aspectos de su país tales como los gigantescos lagos del Mazury, los palacios de Wielkopolska, el Santuario de Częstochowa, las nuevas arquitecturas de Varsovia o dónde diablos están guardadas aquellas reclamaciones escritas en los Astilleros de Gdańsk.
Por ello, se enlaza aquí el comentario periodístico de José Luis González, autor de "Polonia y España ante el futuro de la Unión Europea" (texto aquí mencionado, y si no lo he hecho, lo hago ahora), con un artículo denominado: "Los pequeños y terribles gemelos polacos". Es un principio muy destacable, y de seguro se adivina, por su título, el contenido.
Fuente: eurogaceta.com
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