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Este pasado fin de semana, y parece que con propósito de hacerlo anual, se reprodujeron en Zaragoza batallas entre los bandos aragonés y francés. Aunque sería feo no decir que en Zaragoza se encontraban partidas de oscenses, catalanes, navarros y demás... vaya, que estaba España entera dándoselas contra franceses y polacos. De la parte polaca muchos fueron los que luego describirían la carnicería que se vivió por ambos bandos durante los dos sitios, y con frecuencia la vergüenza que muchos sintieron al ver que aquellos contra quienes habían luchado eran mujeres, niños y enfermos. De hecho, fueron las plagas las que hicieron capitular a los defensores .
Doscientos años después lo que se vive es un acto de hermanamiento ejemplar, reviviendo la gesta épica de hombres y mujeres que defendieron sus casas y su independencia, para que no se olviden jamás los horrores de una guerra que catapultó a España hacia la modernidad.
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